Seguros 31 de julio 2025
El regreso a clases cada vez está más cerca. Junto a él, llega ese momento en que se tiene que sacar la calculadora: útiles, mochilas, uniformes, transporte, inscripciones, etcétera. Todo suma. Pero a pesar del gasto tan fuerte, el amor por los hijos siempre es más.
Aunque parezcan tiempos lejanos, la universidad llega más rápido de lo que imaginamos. Ese momento, además de asegurar el futuro profesional de nuestros hijos, también suele ser el más costoso. Por lo que, más allá de los gastos escolares del día a día, es fundamental prepararse económicamente desde ahora para ese gran salto.
¿Qué es un seguro educativo?
Un seguro educativo es una herramienta financiera pensada para garantizar que tus hijos puedan continuar sus estudios. Se trata de un plan que contratas mientras tu hijo aún es menor. Funciona de manera similar a un seguro de vida combinado con una cuenta de ahorro a largo plazo. Mes a mes haces pagos que con el tiempo se acumulan y generan un fondo. Tu hijo, al llegar a los 18 años o la edad pactada tendrá disposición de ese dinero, el cual se entrega para cubrir sus estudios.
¿Por qué no basta con ahorrar?
Hoy más que nunca, el simple ahorro ya no es suficiente. La inflación, los imprevistos familiares y las emergencias médicas pueden afectar el plan que tenías en mente. Un seguro educativo, en cambio, no solo resguarda el dinero: lo invierte y lo protege.
Uno de sus mayores beneficios es que sigue funcionando incluso si tú ya no puedes aportar. Si llegas a fallecer o a sufrir una incapacidad que te impida seguir generando ingresos, la aseguradora se compromete a continuar con las aportaciones. Así, el sueño educativo de tu hijo no se detiene.
¿Qué garantiza un seguro educativo?
Cuando contratas este tipo de seguro, estás asegurando mucho más que dinero. Estás garantizando tranquilidad, estabilidad y continuidad. Entre sus principales beneficios están:
¿Cómo funciona?
Tu eliges cuánto quieres aportar, con base en la edad actual de tu hijo y la meta que tienes en mente. Cuanto antes comiences, menor será el esfuerzo mensual. Por ejemplo, si empiezas a ahorrar cuando tu hijo tiene 5 años, tendrás más de una década para formar ese fondo. Si lo haces cuando ya tiene 15, el tiempo se acorta y el esfuerzo económico aumenta.
Los seguros educativos también ofrecen distintas modalidades: algunos dan un solo pago al final del plazo, otros ofrecen entregas anuales por semestre o ciclo escolar. Todo depende de tus necesidades y del plan que contrates.
¿Y si pasa algo inesperado?
Aquí es donde el seguro educativo realmente marca la diferencia frente a un ahorro común. En caso de fallecimiento o invalidez del padre, madre o tutor que contrató el seguro, la cobertura se activa de forma automática. Esto significa que el menor no pierde la posibilidad de estudiar: el seguro sigue vigente y el dinero se entregará como estaba planeado.
Es una forma de cuidar el futuro, incluso si tú no puedes estar ahí para verlo.
¿Cuándo contratarlo?
La mejor respuesta es: cuanto antes. No hay una edad exacta, pero entre más pequeño sea tu hijo cuando contrates el seguro, mejores condiciones tendrás. Pagarás menos al mes y tendrás más tiempo para hacer crecer ese fondo.
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